Como supe que era celíaca (Parte II)

De Administradora a Cocinera

Terminé la universidad y decidí estudiar cocina, lo que siempre había querido. Fue un momento muy feliz en mi vida, si bien sabía cocinar algo, en ese momento aprendí mas de lo que esperaba; a la vez que conocí a personas formidables, quienes se convirtieron en mis mejores amigos… pero en cuanto a salud, me puse aún peor de lo que estaba. Como estudiaba cocina, tenía que probar todo lo que cocinaba y las preparaciones de mis compañeros. Si bien todo lo que probé era rico; aumentaban con más frecuencia mis cólicos, ganas de vomitar, picazón de cuerpo, alergia rinitis, y por supuesto seguía siendo delgada, pálida y panzona.

Cuándo toqué fondo

Cuándo estuve a punto de terminar mi carrera de dos años, y poner mi pastelería que era con lo que siempre había soñado, toqué fondo. Fue una mañana que me levanté temprano, como todos los días y me sentí extraña; me toque el rostro y supe que algo no andaba bien. Me miré al espejo, no podía creer lo que veía: parte de mi cara estaba hinchada del herpes tan agresivo que me había salido, tenía fiebre y dolor de estómago.

Mis padres, mi hermana se asustaron:
- ¿pero que tienes? ¿qué te ha pasado?

Qué momento tan desesperante. Recuerdo que me puse a gritar y a llorar a la vez. No iba a ir a trabajar así, algo debía hacer… a buscar al médico ¿qué médico? No tenía médico de cabecera, ni algún otro de confianza, y lo que se me ocurrió fue llamar a la clínica mas cercana a mi casa y contarle a la recepcionista todos mis síntomas a ver a que especialidad iba. Me lo dijo claramente: Medicina Interna. Mi madre me acompañó, claro yo cubierta con la mascarilla para no asustar a la gente y no seguirme viendo en el espejo. Cuando llegó el médico internista, que alivio sentí.

-Ojalá y me pueda ayudar – pensé

Le conté que me levanté, tenía fiebre y apareció el herpes. Me vio, me examinó y me confesó que nunca en su vida, había visto un herpes zoster tan agresivo y hasta foto me tomó, para que quedara en el historial. Me dijo, que lo primero que haría, era darme medicinas para calmar el herpes, la fiebre, cremas para el dolor que me ocasionaba y que lo volvería a ver en 1 semana. Me quedé en casa, en verdad no quería ver a nadie y que nadie me viera  a mí, me daba asco. Jamás me había sentido más horrible en mi vida.

Pasó la semana y tocó regresar a mi cita con el médico internista. Me mandó varios exámenes de sangre y endoscopia. Los resultados fueron alarmantes: 8 de hemoglobina, hígado inflamado, virus de herpes presente y tantas variaciones en mi hemograma, que el médico me mandó descartes de Cáncer y Sida. Recordé que hace años atrás un hematólogo, también me hizo esos exámenes de sangre y incluyendo aspiración de médula y no encontró nada. Yo estaba tranquila porque Sida no debía tener; y Cáncer tampoco; estaba segura de ello, pero que mal se siente una, que le digan que le harán esos exámenes. Mientras esperaba los resultados de estos nuevos análisis, me recetó hierro endovenoso, medicinas para tratar la gastritis y helicobacter pylori y que otra vez, debía regresar en una semana.

El Diagnóstico

Pasaron los días y cuando regresé nuevamente, el médico me miró fijamente y me dijo: “no tienes ni cáncer, ni sida”. Y en su mirada denotaba un tanto de frustración, por no identificar realmente que enfermedad tenía, pero lo que si estaba seguro era que algo más tenía y que debía de hacerme otros tipos de exámenes. Recuerdo haberlo visto pensando un buen rato, mientras mi madre era un saco de nervios y yo simplemente estaba resignada a lo que viniera.

-Te mandaré a hacer nuevamente un endoscopía con biopsia de intestino y una colonoscopía –me dijo el médico.

En ese momento, recuerdo, que mi madre y yo llorábamos en el consultorio. ¿Tanto tubo me iban a meter acaso? ¿era necesario? me sentía un conejillo de indias. El médico trató de calmarme y acepté hacerme ese procedimiento.

Fue así que el 15 de setiembre del año 2009, recibí los resultados: Tenía Anemia – Enfermedad Celíaca. Inmediatamente, investigué por internet y recuerdo lo que leí: que era una enfermedad crónica, que el único tratamiento era, llevar una dieta libre de gluten de por vida.

-Noooo, debe ser una broma – exclamé – En el internet publican cada cosa, esperaré a ver qué me dice el médico.

Cuando le consulté al médico y le pedí que me recetara las pastillas para curar la enfermedad celíaca, el médico me dijo exactamente: “Carmen, no es así. Debes seguir una dieta libre de gluten de por vida. Te mandaré unos análisis de sangre de HLA, Transglutaminasa, HCG y Anticuerpo Gliadina. Además de Albúmina, Calcio, Inmunoglobulinas, Vitamina B12, para reforzar el diagnóstico.”

Las palabras sobran aquí, estos últimos análisis confirmaron mi enfermedad celíaca.

El médico internista me dio la dirección de dos nutricionistas, solo con el fin de que me indiquen que comer. Luego de eso, entendí que el trabajo del médico había terminado, pues él no sabía que más hacer para tratar la enfermedad y yo menos.

Síntomas:

- Carácter muy irritable (movimientos repetitivos de balanceo) - Intolerancia a la lactosa - Demora en desarrollo (estatura pequeña, falta de menstruación) - Anemia - Vientre abultado - Problemas gastrointestinales (vómitos, diarrea) - Dolores de cabeza - Migraña - Problemas alérgicos - Urticaria - Úlceras en la boca - Cansancio - Fatiga - Herpes - Dolores articulares - Problemas dermatológicos: sequedad en la piel y aspecto de piel de gallina - Inflamación en el hígado

Conclusión: Enfermedad Celíaca

Catarsis de una celíaca recién diagnosticada

A partir de ese momento, comencé a investigar por mis medios, cómo seguir una dieta libre de gluten. Sin embargo, continuaba sintiéndome mal de salud… (continuará)





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