lunes, 25 de junio de 2018

Como afrontar el frío invernal y alentar a la Selección Peruana



Pues llegó el invierno y siento más frío que en todos los años anteriores.

El invierno se hizo presente en esta capital limeña mucho antes de lo esperado (como extraño el verano). Sentía tanto frío que hasta dolor de cabeza me daba, y solo se me calmaba a la hora de dormir, pero no podía estar durmiendo todo el día. Me puse calentadores, casacas, y nada, el frío me llegaba a los huesos. De un momento a otro, me convertí en una chocolatera compulsiva: no hay día que pase sin dejar de tomar un buen chocolate caliente, y hasta dos me tomo. Una amiga mía me recomendó tomar gelatina caliente, me dijo que la mantenía calientita en el invierno, así que eso haré, aunque me toca decidirme entre la gelatina caliente y el chocolate caliente… mejor me quedo con los dos.



A medida que el frío se intensifica, empiezo a sentir, otra vez, mi dolor en la rodilla. Pero siempre los dolores musculares, se acrecientan en invierno. Yo estoy acostumbrada a bañarme con agua hirviendo, aunque por este frío el agua está saliendo tibia. Tengo a la mano mi bolsa de hierbas medicinales, que la compré de un supermercado, la caliento un par de minutos  en el microondas y me la pongo en la rodilla más adolorida, y vaya que sí ayuda.



Con mucha alegría disfruté que el país de mis amores, pasara al Mundial de Rusia 2018. Hasta me puse a llorar en el momento de la clasificación, me compré mi gorrito y hasta mi casaca con los colores de la selección, me aprendí también los cánticos de la hinchada.  Lamentablemente, mi país  perdió dos partidos claves del mundial. Si bien le falta experiencia a los jugadores en los mundiales, estoy segura que los chicos aprenderán bastante y sobretodo ganaran experiencia. Tal vez lo que más me mantiene en calor es la emoción que hay en cada partido de fútbol, si bien no soy muy fanática, me siento contagiada del entusiasmo de la gente. Cuando ya no pasen partidos de la selección peruana, igual animaré al país que mas me simpatiza, y me mantendré en calorcito.

Pienso en que sería buena idea vacunarme contra la gripe, más por la salud de mi familia, ya que este invierno amenaza con ser muy friolento. Y mientras el frío avanza, contaré con la infaltable taza de chocolate caliente y mi bolsa de hierbas.

sábado, 9 de junio de 2018

La tarea con gluten del colegio de mi hijo


Mi hijo mayor va al nido del colegio en donde ha ingresado. Siempre lleva un cuaderno de control, donde la profesora me indica como le ha ido durante el día y si dejó alguna tarea para realizar en casa.

Justamente, la profesora de inglés envió una tarea a los niños indicando que debían hacer un experimento con PAN DE MOLDE por dos semanas y papá o mamá servirían de guía. Tan pronto leí la palabra “pan” simplemente me asusté. Lo primero que pensé es que mejor mi esposo César sea el que haga el experimento junto con mi hijo, pero luego desistí, yo era lo suficientemente capaz de hacer una tarea con mi hijo, así estuviera gluten… siempre y cuando no implique comerse el pan.

La tarea consistía en ver un video en inglés sobre el pan. En el video indicaba que había que separar dos tajadas, una de ella debía ser manipulada con la mano sucia “pan sucio” y el otro pan manipulado con la mano limpia “pan limpio”. Luego, cada tajada debía ponerse en una bolsa con cierre hermético y guardarlos por algunos días a ver qué sucede. Según el video, a los panes le salían hongos, sólo que al “pan sucio” tenía más hongos que el “pan limpio”. Esta tarea era con el fin de enseñarles a los niños, la importancia de la higiene.

Se me ocurrió que tal vez, podía utilizar un pan sin gluten para hacer el experimento, y así no tendría problemas… pero el pan sin gluten cuesta caro y me dolería desperdiciar dos tajaditas y verlos honguearse.  Noooo, mejor escojo el pan baratito de trigo, igual le saldrá hongos.

Procedí con el experimento, y me costó. Le dije a mi hijo lo que tenía que hacer y después de manipular ambas tajadas, las guardé en su bolsita y a esperar. Avisé a la familia que nadie tocara esas tajadas de pan embolsado.

Pasaron 7 días, y no salía ni un honguito.

-¿Tanto preservantes, le echaran a este pan? –pensé- ¿y la tarea?

Le comuniqué a la profesora, y me dijo que esperara una semana mas. Así que decidí al pan “sucio” ponerlo en la azotea de mi casa, que le cayera el sol, la lluvia y si le caía una caquita de pájaro mejor así y se hongea mas rápido, todo en la bolsa, claro.



Llegó el día 8, y me percaté que el pan “limpio” había desaparecido.

-¿Quién se comió el pan? –pregunté un tanto alarmada a mi esposo, la niñera y la señora que limpia la casa.

-¡Alguien se tragó el experimento! –exclamé- ahora mismo, debe tener un cólico, por tragón o tragona.

Todos me dijeron que ninguno se lo había comido.  Tuve que conseguir otra tajada de pan, para hacer el experimento de un pan con las manos limpias. Nuevamente manipular pan y volar a lavarme las manos.

Se cumplieron las dos semanas, y ni un honguito en ningún pan, ni siquiera el que dejé en la azotea. Se lo comuniqué otra vez a la profesora y me dijo que siguiera conservando el pan, y que solamente mi hijito llenara un formato sobre la textura que siente del pan y lo que huele.

Así que, cogiendo valor, le acerque la bolsita con el pan “limpio” que ya tenía una semana y mi hijito lo tocó, lo olió y lo sintió bien. Bajé de la azotea el otro pan “sucio” mi hijito cogió la bolsita, la olió y me dijo.

-Mamá, este pan huele feo uff –respondió mi hijo haciendo gesto de asco- huélelo tú

Lamentablemente, sin querer acerqué mi cara a la bolsa y salí espantada a lavarme la cara y la boca con jabón y pasta dental. No sentí el olor porque estaba a cierta distancia, pero la bolsa chocó mi cara y no me atrevía a acercarme mas.

Finalmente, terminó su tarea y pudo entregar su trabajo. Sigo contemplando los panes, a ver cuando se animan los hongos a salir. Tal vez, para la próxima consigo un par de tajadas de pan sin gluten (pequeños nomás) que no duran mucho, para terminar el experimento mas rápido.