sábado, 9 de junio de 2018
La tarea con gluten del colegio de mi hijo
Mi hijo mayor va al nido del colegio en donde ha ingresado. Siempre lleva un cuaderno de control, donde la profesora me indica como le ha ido durante el día y si dejó alguna tarea para realizar en casa.
Justamente, la profesora de inglés envió una tarea a los niños indicando que debían hacer un experimento con PAN DE MOLDE por dos semanas y papá o mamá servirían de guía. Tan pronto leí la palabra “pan” simplemente me asusté. Lo primero que pensé es que mejor mi esposo César sea el que haga el experimento junto con mi hijo, pero luego desistí, yo era lo suficientemente capaz de hacer una tarea con mi hijo, así estuviera gluten… siempre y cuando no implique comerse el pan.
La tarea consistía en ver un video en inglés sobre el pan. En el video indicaba que había que separar dos tajadas, una de ella debía ser manipulada con la mano sucia “pan sucio” y el otro pan manipulado con la mano limpia “pan limpio”. Luego, cada tajada debía ponerse en una bolsa con cierre hermético y guardarlos por algunos días a ver qué sucede. Según el video, a los panes le salían hongos, sólo que al “pan sucio” tenía más hongos que el “pan limpio”. Esta tarea era con el fin de enseñarles a los niños, la importancia de la higiene.
Se me ocurrió que tal vez, podía utilizar un pan sin gluten para hacer el experimento, y así no tendría problemas… pero el pan sin gluten cuesta caro y me dolería desperdiciar dos tajaditas y verlos honguearse. Noooo, mejor escojo el pan baratito de trigo, igual le saldrá hongos.
Procedí con el experimento, y me costó. Le dije a mi hijo lo que tenía que hacer y después de manipular ambas tajadas, las guardé en su bolsita y a esperar. Avisé a la familia que nadie tocara esas tajadas de pan embolsado.
Pasaron 7 días, y no salía ni un honguito.
-¿Tanto preservantes, le echaran a este pan? –pensé- ¿y la tarea?
Le comuniqué a la profesora, y me dijo que esperara una semana mas. Así que decidí al pan “sucio” ponerlo en la azotea de mi casa, que le cayera el sol, la lluvia y si le caía una caquita de pájaro mejor así y se hongea mas rápido, todo en la bolsa, claro.
Llegó el día 8, y me percaté que el pan “limpio” había desaparecido.
-¿Quién se comió el pan? –pregunté un tanto alarmada a mi esposo, la niñera y la señora que limpia la casa.
-¡Alguien se tragó el experimento! –exclamé- ahora mismo, debe tener un cólico, por tragón o tragona.
Todos me dijeron que ninguno se lo había comido. Tuve que conseguir otra tajada de pan, para hacer el experimento de un pan con las manos limpias. Nuevamente manipular pan y volar a lavarme las manos.
Se cumplieron las dos semanas, y ni un honguito en ningún pan, ni siquiera el que dejé en la azotea. Se lo comuniqué otra vez a la profesora y me dijo que siguiera conservando el pan, y que solamente mi hijito llenara un formato sobre la textura que siente del pan y lo que huele.
Así que, cogiendo valor, le acerque la bolsita con el pan “limpio” que ya tenía una semana y mi hijito lo tocó, lo olió y lo sintió bien. Bajé de la azotea el otro pan “sucio” mi hijito cogió la bolsita, la olió y me dijo.
-Mamá, este pan huele feo uff –respondió mi hijo haciendo gesto de asco- huélelo tú
Lamentablemente, sin querer acerqué mi cara a la bolsa y salí espantada a lavarme la cara y la boca con jabón y pasta dental. No sentí el olor porque estaba a cierta distancia, pero la bolsa chocó mi cara y no me atrevía a acercarme mas.
Finalmente, terminó su tarea y pudo entregar su trabajo. Sigo contemplando los panes, a ver cuando se animan los hongos a salir. Tal vez, para la próxima consigo un par de tajadas de pan sin gluten (pequeños nomás) que no duran mucho, para terminar el experimento mas rápido.
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