jueves, 22 de junio de 2017

Los celiacos somos personas especiales



Soy celiaca desde hace siete años y medio, y desde antes que me diagnosticaran celiaquía sentí que era una persona muy especial, pues identificaba que ciertos alimentos me caían mal y tenía una alergia muy fuerte, lo que hacía que yo misma me restringiera mi alimentación. Aparte de todo ello, reconozco que tengo carácter fuerte y era todavía mas fuerte antes del diagnóstico, tal vez por la angustia e impotencia de no saber que cosa tenía, me sentía muy inestable emocionalmente.
Ahora, ya me siento bastante mejor siguiendo la dieta libre de gluten, y me siento mas “especial que nunca”, jajaja.

¿Por qué me siento especial?

Mi día a día como celiaca hace que no sean los días normales de una persona común.
Tan pronto suena el despertador, aparte de ir a ver a mis hijos, y como todos los días, pues, alisto mi lonchera para llevar al trabajo, que es 100% libre de gluten, por supuesto. Al mismo tiempo, me fijo con esmero si el recipiente ha sido bien lavado y llevo mis cubiertos. En el momento de desayunar me fijo también, si el espacio en donde desayuno, está limpio, y sobretodo libre de cualquier contaminación de gluten.

En el momento que tomo mi desayuno, me fijo si la persona del costado está comiendo algo con gluten y procuro que ni siquiera esté cerca de mi comida. Luego, en la hora del refrigerio, sucede prácticamente lo mismo, tengo cuidado con evitar al máximo la contaminación cruzada, hasta me fijo si en la silla ha quedado alguna migaja de pan. Posteriormente, en la hora del almuerzo, el tema es igual de estricto y procuro almorzar sola, no sé si para evitar llenarme de gases en la conversación o bien para evitar que me provoque alguna comida con gluten, e igual miro sigilosamente para evitar que algún alimento choque con el mío.

Los días que no pude llevar el almuerzo al trabajo, la situación se complica un poco, ya que me toca ir a la cafetería de mi trabajo para solicitar un plato libre de gluten. Cuando llego, me da la sensación que todos los mozos tiemblan: “Es la chica de la dieta especial”, escuché una vez por ahí. “A ver quién la atiende” y me doy cuenta que todos se miran de reojos, a ver quién se atreve a tomarme el pedido que será siempre el mismo:
-Por favor, me sirve una dieta de pollo. Que el pollo lo cocinen en una olla limpia sin fideos, tal vez con algunas verduras como apio y zanahoria. Que el segundo tenga arroz, con verduras sancochadas, sin lechuga que me cae mal. Nada de fideos en la sopa, eviten darme el caldo restante del colado de la sopa con fideos, si tomo eso me enfermo.


Así que si se equivocan, que han sido varias veces las equivocaciones, pues reclamo y me hacen un plato nuevo.
Si no me pueden atender, salgo a buscar, con mucha esperanza algún restaurante que ofrezca un plato libre de gluten. Si lo encuentro, hacer las preguntas del caso:
-los ingredientes, como lo cocina, que utensilios usa, que tengan cuidado con la limpieza y por supuesto que la infusión, al final del almuerzo, sea natural.
Terminando el día, llego a mi casa a ver a mis hijos y a jugar con ellos. Si planeo un fin de semana junto con mi familia, a pasar unos días fuera de casa, debo asegurarme que el lugar en donde me hospede sirva comida libre de gluten. De eso depende la estadía, puedo encontrar el hospedaje ideal, con buena vista, buena atención, buenos servicios, pero si no sirven comida libre de gluten queda descartado.
Algo importante mencionar que si tengo algún problema de salud, y debo tomar alguna medicina, debo averiguar si el medicamento es libre de gluten. Si no hay certeza, como casi siempre, hay que llamar al laboratorio y encontrar al químico farmacéutico que me ayude.
Reconozco que en varias ocasiones, envidio a las personas que no son celiacas cuando se detienen en frente del kiosko para comprar alguno de los sándwiches, galletas para comer y tienen una diversidad para escoger, hacen largas colas, y yo sólo puedo observar y pedir una botella de agua o tal vez un jugo de fruta.

Como anécdota contaré que se me ocurrió consulta por una torta helada que vendía una chica vegana. So sé porque tuve la sensación que esa torta era sin gluten, e hice las preguntas del caso como
-¿Qué ingredientes tiene?
-Tiene leche ¿con lactosa o sin lactosa?
-¿Qué marca de gelatina es?

Lamentablemente todas las preguntas, las hice por Facebook y las personas leían. Al final cuando supe que la torta no era la indicada para mí, desistí de la compra. Y pareció un comentario dirigido a la persona que vendía:



-Ohh mira por todas las preguntas que tienes que responder -dijo.
-Así es pues, lo que la gente pregunta, imagínate –respondió la vendedora.

No es cuestión de paranoia, simplemente estoy cuidando mi salud.
Pues sí, los celiacos solo dependemos de una dieta libre de gluten para sentirnos bien, y si eso no sucede, nuestra salud se puede ver realmente afectada. 

Por todo lo que hacemos en nuestro día a día, yo, como celiaca, me siento una persona especial ¿tú qué opinas?





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