En mi anterior post, conté una anécdota que me sucedió en un restaurante; pero esta vez lo contaré con mayores detalles:
Hace unos años, César me invitó a almorzar. Jajajaja, no quiere decir que César nunca me invite a almorzar, sólo que en esa ocasión recuerdo que celebrábamos nuestro aniversario de enamorados. Nos fuimos a un restaurante donde servían todo tipo de comida, y habían un par de platos sin gluten también. Elegí uno de ellos.
Exactamente, no recuerdo el nombre del plato, lo que sí me acuerdo es que tenía ají.
Cuando probé el primer bocado, y me lo tragué ya era tarde. Debí de saborearlo antes, pero como estaba con bastante ansiedad de probar un plato libre de gluten, me trague el primer bocado, y resulta que tenía AJI. Casi muero, yo soy alérgica al ají.
César al ver mi cara de angustia, llamó al mozo, mejor dicho lo llamamos los dos.
-Señor, este plato tiene ají –le dije
-Sí señorita –me respondió
-Yo soy alérgica al AJI –le respondí mientras mis labios se hinchaban
-¿¡Que puedo hacer por usted!? –me respondió el mozo, un tanto asustado
-Tráigame algo con leche –le dije
-Déjame ver que podemos pedir… ya sé ¡un dulce! –dijo César tratando de ayudarme y leyendo la carta a la vez
-¿Y tendrá gluten el dulce? –le respondí, un tanto desesperada
-Ya no importa, lo que sea que tenga leche ¿qué hay? total puedo aguantar la diarrea, pero la hinchazón, y picor no –le pregunté a César
-Helado de vainilla, puede ser –me respondió César
-Helado le traeré, nosotros mismos lo hacemos –dijo el mozo
-Tráigalo – respondí alterada
Reconozco que después de todo este episodio, me sentí apenada por el mozo, pero estaba angustiada. El mozo no tardó en llegar junto con el maitre trayéndome un plato grande, con una bolita de helado de vainilla.
Tan pronto lo recibí me eche el helado en los labios como si fuera un labial, y mientras eso sucedía el maitre decía:
-Espero que pueda ayudar el helado a solucionar su problema, lamentamos el inconveniente –dijo el maitre.
-Ok, ok –le respondí mientras me llenaba la boca de helado.
Estaba bien asquerosa, mientras César me miraba entre asustado, sorprendido y con ganas de reírse.
-Y el helado estaba bueno ¿verdad? –me dijo César, entre risas
-Ni cuenta me di –le respondí- ¿se me bajó la hinchazón de la jeta? –le pregunté
-La verdad que sí –me respondió-ya se te ve bien.
Y no nos cobraron el helado. ¡Final feliz!
Anécdota 2: Carmencita, que linda te ves hoy día… no mentira
Yo trabajo de lunes a viernes en una empresa. Tengo días en que el sueño me gana en especial cuando mis hijos se despiertan dos veces en la madrugada y reclaman la presencia de mamá. Un día de esos, en que tuve mala noche, salí de la casa apurada para no llegar tarde al trabajo, me cambié, me peiné, me puse mi bloqueador y salí rápido. Cuando llegué al trabajo y me ví al espejo, me asusté de mi cara: se ve que había tenido mala noche y sin maquillaje era más notoria, se me veía demacrada y pálida (debo comprar mi hierro para subirme la hemoglobina) y encima descubrí que hasta herpes labial me había salido.
-Y ahora como me tapo esa cosa –pensé
-Ojalá y tuviera mi maquillaje “medio pasado” a la mano, pero sin gluten –me dije- no creo que alguien se dé cuenta.
Pasaron unos minutos y me encontré con un compañero de trabajo:
-Carmencita, que linda te ves hoy día –me dijo
-No mientas, estoy echa una desgracia –le dije
-Sí es verdad, pero lo dije para levantarte el ánimo –me respondió
Y la verdad, me arrancó una carcajada.
-Ehhhh, así te ves mejor –me dijo- siempre paras muy seria
De esta anécdota 2, lo que en verdad aprendí, es que hay cosas que hay que tomarlas con humor. Si bien nosotras las celiacas, no podemos encontrar maquillaje en Perú, la actitud es el mejor maquillaje que tenemos.
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