Estamos prácticamente cerca de 28 de Julio, fecha que al igual que todos los años, celebramos la independencia de nuestro bien querido y amado Perú; que como alguna vez dije “a pesar de sus problemas, sigue siendo hermoso”. Mi familia y yo tuvimos una reunión en un restaurante para dar la bienvenida a una prima de mi esposo, que venía de Estados Unidos y quería reunirse con nosotros, su único requisito “que la reunión sea en un restaurante de comida típica peruana”.
Me acordé que en mis años mozos, cuando no sabía que era celiaca, comía todo lo que podía, jajaja, aunque terminaba empachada, no podía resistirme a las exquisiteces de la comida peruana. ¿Ahora qué hago?¿qué pediré de comer? Analizando bien las cosas, hay varios platos típicos de Perú que son libre de gluten, pero el problema es la contaminación cruzada que puede haber en la cocina de un restaurante.
Llegamos al restaurante Huancahuasi de La Molina. Si bien no tienen una carta libre de gluten, se nota que tienen mucho cuidado en la elaboración y manipulación de los alimentos, así que decidí pedir algo para comer. Se me ocurrió ver la carta del restaurante… aparte de mi bebé, yo necesitaba babero, por todo lo que se me antojaba. ¿Para qué mire la carta del restaurante?¿o es que acaso soy sádica conmigo misma?¿o pensaba que tal vez leyendo la carta iba a recordar el delicioso sabor de algunas comidas típicas? Pero estaba buscando algo sin gluten, así que me decidí a encontrarlo.
-Tranquilidad Carmen, con fé, con fé, que encontraras algo rico para comer –pensé- pero corro el riesgo de una contaminación cruzada, mejor hablaré con el mozo.
El mozo, muy gentil él, se acercó y me demostró lo mucho que sabía de cada plato.
-Mire, a mí me cae mal la harina del trigo, ¿la Patasca tiene fideos? Dígame los ingredientes.
Claro que sabía que la Patasca era un caldo compuesto con mondongo, carne de res y mote; pero quería saber que ingrediente adicional le habían echado.
-Es una caldo que tiene carne de res, mondongo y mote –respondió el mozo.
-¿Sólo eso? ¿no tiene avena? –pregunté al mozo
-No, claro que no –me respondió
Ya era un pecado ponerle avena, cebada o centeno a la Patasca, porque cambiaría su sabor totalmente, así que pedí la Patasca.
En el segundo, no tuve que pensar mucho, pedí la riquísima Trucha a la plancha con arroz y verduras, especificando que no le echen nada de harina de trigo.
Llegó la Patasca, y tan pronto probé el primer sorbo era una delicia. Que rico y sabor tan contundente del caldo. Compartí el caldo con César, mi esposo, quien comentó que le gustaba la Patasca más por el mondongo que tenía el caldo.
-Con razón se enamoró de mí –pensé- yo seré flaca pero tengo mis mondongitos, que a César le gustaron, hay que mantenerlos entonces ¡que venga la trucha!
Llegó la trucha, que carnecita de pescado para mas sabrosa, por algo nos gusta tanto. Mi hijo mayor César junior se devoró la trucha sin ningún problema, y hasta tomó su jugo de camu camu, que a pesar que estaba ácido le encantó.
-Es que yo tomé mucha naranja cuando mi hijito estaba en mi vientre, eso debe ser –pensé
Todos estábamos felices, incluso una música típica huancaína nos acompañaba, que hasta mi bebé se puso a bailar, jajaja. Mi bebé disfruto mucho la comida, aunque dejó el piso regado de ella, se le veía en la cara que disfrutaba bastante.
Para el postre, decidí no pedir nada, todo tenía harina, según lo que me dijo el mozo, pero… había un postre que me llamó la atención por el nombre: Gelatina de pata.
-Que nombre tan raro –pensé- tal vez se equivocaron al escribir.
-Señora, pídase la Gelatina de Pata –me dijo la niñera de mi hijito- sólo es el caldo de la pata de res, que lo limpian y le echan chancaca, no le hará daño.
-Nunca en mi vida he escuchado de una gelatina así –dije- le preguntaré al mozo
-Señora, esa gelatina no tiene harina la puede comer sin problemas –me respondió el mozo
-Entonces, sírvame la gelatina, por favor –le dije
Estaba bien ansiosa, nunca había escuchado de esa gelatina, me preguntaba si sentiría el sabor del caldo de res ¿cómo podía llegar a ser dulce, un caldo de res?
Llegó la gelatina y lo miré con curiosidad y un tanto intrigada.
-Bueno, ya la pedí, a comer entonces –le dije a mi esposo
Probé el primer bocado, y no sabía en nada a un caldo de res, pero si le sentí el sabor a la chancaca. Me gustó. Una gelatina bastante agradable y fuera de lo común.
Terminé repleta, feliz, pero de todas maneras me tomé unas enzimas digestivas libres de gluten (Papaya Enzime de Natural Sunshine). Veremos como me va.
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