Me encanta el verano, el sol (aunque uso mis lentes para evitar la migraña), la alegría de la gente, comer helado, llevar ropa ligera y lo mejor de todo es que la ropa se seca rápido y se ahorra la energía al no utilizar la secadora, eso sí que es bueno! Lo malo, que con tanto calor, mis hijos se llenan de sarpullidos y el desodorante te abandona más rápido que en invierno, jajaja.
El invierno, no me gusta. En Lima, todos los días son grises, con llovizna, la gente parece que se entristece junto con el día, la ropa demora muchísimo en secar y a gastar la energía poniendo en marcha la secadora. Lo bueno: El desodorante, dura más, jajaja!!!
El invierno trae consigo la humedad, que es muy fuerte en Lima, y para una alérgica como yo, es fatal, debo tener mis antialérgicos a la mano y a mis hijos bien cuidados.
Ya me había dicho el médico con anticipación, que era muy probable que mis hijos salieran alérgicos, y salí premiada salieron bien alérgicos.
Mi hijo menor se resfrió, y fiebre le vino. Estuve al tanto de él, y pensé que sería algo “viral”, como siempre dicen los médicos. Después de ese día con fiebre, todo pareció mejorar, solo que mi hijo seguía con mocosidad. Mi hijo aparte de todo el moco que producía, botaba mucha baba por los dientecitos que le estaban saliendo. Pensé en ponerle un balde antes de babero por todo lo que botaba. Pasaron algunos días, y si bien mi hijo dormía toda la noche, su respiración se le dificultaba cada vez mas hasta que empezó a toser. Para César y para mí significó un signo de alarma. Lo llevamos a emergencia y lo vió una doctora. Después de examinarlo, llegó a la conclusión que estaba a punto de recaer en broncoespasmo y necesitaba 3 nebulizaciones.
¿Nebulización?
La cara de mi hijito cuando vió el nebulizador, fue de terror, se puso a llorar de inmediato. Yo lo cargaba y César veía la forma en que ponerle el nebulizador en la boca. Pasaron los 10 minutos, que para nosotros pareció una hora completa, y nuestro hijito transpiraba y estaba rojo de tanto llorar. Había que pensar en otra cosa para las próximas nebulizadas.
Cambiaríamos de método, en la segunda nebulizada César lo cargaría y yo le pondría el aparato en la boca. Nuevamente, mi hijito se puso a llorar, hasta que Cesar dijo las palabras mágicas.
Canta algo – me dijo César
Y me salió la mejor voz del mundo cantando la canción favorita de mi hijito, con mímica y todo. Canté en voz alta, que ni cuenta me daba que las enfermeras me estaban escuchando y se reían entre dientes. Y ocurrió el milagro, mi hijito dejó de llorar y empezó a observar y escuchar a su madre.
Repetí varias veces la canción, que César me pidió con mímicas, cambiar el repertorio. Pero no se podía solo me acordaba una canción y a mi hijito le gustaba. Pasaron los minutos y mi hijito estaba tranquilo y aguantó las 2 nebulizaciones restantes.
Para finalizar a consulta, la doctora nos dio una lista de medicinas y a tener cuidado con las corrientes de aire para nuestro hijito, evitar los cítricos y que permanezca en casa por unos días, para su pronta recuperación. Después de recoger las medicinas, regresamos todos a casa. Llegando a casa, pensaba como evitar que a mi hijo le volviera a recaer en esos episodios y le dije a César:
- Estoy pensando en algo –le dije en voz alta
- Ya sé –me respondió César- te vas a lanzar como Dalina (animadora infantil)
- Jajajaaja… Sí bastante, cantando una sola canción –le respondí- ¿qué hacemos para que esto no vuelva a ocurrir a nuestro hijito?
- Pero la doctora nos dijo que esto le puede ocurrir cada vez que tenga resfrío, por ser alérgico. Podemos llevarlo en verano a la playa como nos dijo una vez su pediatra, que le ayudará mucho a su salud –respondió César
Bueno… en caso de que vuelva a ocurrir y lo tengan que nebulizar otra vez, su mamá estará ahí para cantarle y bailarle nuevamente.
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