Llegó el domingo, y tuve la idea de hacer algo diferente a los demás domingos “tomar desayuno fuera de casa con la familia”. Era las 7:30 de la mañana, y le dije a César mi idea, y le gustó. Le pasó la voz a sus padres y nos organizamos para una salida dominguera. Alisté las cosas de los niños, traté de arreglarme alguito y salimos. Saldríamos a desayunar en un restaurante que tenía opciones libres de gluten y que anteriormente había ido y no tuve problema alguno, el personal estaba bien informado.
Llegamos, nos instalamos y esperamos al mozo. Cuando llegó el mozo, la primera en pedir la orden fui yo.
- ¿Alguna opción sin gluten? –pregunté esperando una respuesta afirmativa.
- No hay en la carta –respondió el mozo.
- ¿No hay? –pregunté nuevamente al mozo.
- Le podríamos dar jugos, ensalada de frutas, y aquí hay una lista de sándwiches vegetarianos –me respondió el mozo.
Miré la carta a ver esa lista de sándwiches vegetarianos, a ver si eran de panes de arroz, maíz y lamentablemente no había nada de eso.
- Pero estos sándwiches tienen pan integral –le dije al mozo
- Sí, así es, es lo que usted está buscando – me respondió el mozo
- La dieta sin gluten es sin trigo, avena, cebada y centeno. Este pan de harina de trigo integral y tiene gluten, no lo puedo comer –le respondí
- Entonces le sirvo un jugo o ensalada –replicó el mozo
Me sentí decepcionada. Hace un tiempo cuando asistí al restaurante, hasta me dieron pan sin gluten y tuvieron cuidado en mis cubiertos. Tenían noción de la dieta sin gluten, pero ahora me estaban ofreciendo un sándwich vegetariano con harina integral. El mozo no tenía ni idea de la dieta del celiaco.
- Me trae dos huevos sancochados con cáscara y todo. Sin pelar –le dije al mozo
- ¿Con cáscara? –me preguntó intrigado
- Sí, con cáscara, no vaya ser que lo pelen, después de haber manipulado algo con pan –le respondí un poco alterada.
El mozo no tenía la culpa, no sabía, no le habían capacitado sobre el tema; pero me sentía mal.
Me disculpé con César y salí a buscar una farmacia para comprar una leche vitaminizada libre de gluten, que sería mi desayuno.
Regresé al restaurante y llegó el mozo con una bandeja de panes de trigo que habían ordenado mi esposo y mis suegros, lo puso en frente mío. Le pedí por favor, que lo alejara de mí. El mozo entendió y lo apartó.
Luego observé que el mozo, despachaba bastante pan a todos los clientes, y aparecieron mis dos huevos sancochados sin pelar. Sólo me comí un huevito, me sentía incomoda, tenía el olor de todos los panes del restaurante en mi nariz, se veían realmente ricos.
- Esa leche vitaminizada es como un desayuno completo –me dijo César, tratando de tranquilizarme.
En ese momento, llegó el desayuno de mis hijos y le empecé a dar a uno de ellos, su juguito y su tamalito que tanto le gustaba… y ya estaba a punto de ponerme a llorar, mas porque había sido idea mía salir, para tener un desayuno inolvidable, aunque en el fondo sí lo fué. Me hubiera quedado en casa, preparando el desayuno.
Así que me animé a decirle a César que saldría a comprar algunas cosas en el supermercado, habían dos supermercados cerca. César no entendía, porque se me ocurría salir en ese momento, pero accedió y me fui con uno de mis hijos.
Trate de relajarme en el supermercado, pero mi hijo mayor parecía que había tomado energizante, y se puso a jugar con la carretilla del supermercado, lo que hizo que me alterara mas. No soy mamá perfecta, pero intento serlo. Respiré profundo y al menos algunas cosas para la semana compré.
- Vamos Carmen, ánimo –me decía a mí misma- acuérdate que quedó un pedacito de torta sin gluten en tu refrigeradora (la que sobró del cumpleaños de mis hijos).
Regresé al restaurante y simplemente no entré. Esperé a que saliera César con mi otro hijito, para regresarnos a casa y poder comer alguito. Ya aprendí mi lección, otro día llevo mi lonchera o sino me quedo en casa a preparar el desayuno.
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