lunes, 19 de febrero de 2018
Anécdota: Huyendo de un carnaval con "harina"
Y llegó el verano. En verano, en la costa del Perú se manifiesta en los meses de Enero, Febrero, Marzo y hasta mediados de Abril. La verdad me encanta el verano, es una estación que de alguna manera pone a la gente mas contenta y eso contagia.
Llegó el fin de semana, y con mi familia decidimos darnos un paseíto por el Circuito Mágico del Agua del Parque de la Reserva para ver todas las piletas que había y así los niños podían distraerse y pasábamos una bonita tarde. Ver Enlace.
Todo al menos, transcurrió con normalidad: los niños miraban asombrados las fuentes ornamentales y veían con asombro la salida del agua de cada pileta y como formaban figuras.
Cesar Junior paseaba con su triciclo y cuidaba en no mojarse; mientras que el mas pequeño de mis hijos, con toda la seriedad que lo caracteriza, solo atinaba a observar desde su cochecito todas las piletas sin pronunciar palabra.
César Junior se animó a ingresar a uno de los juegos inflables para niños que había en el lugar, es lo que más le gusta. Y ahí estaba mi hijo, corriendo por los juegos totalmente animado bajo la mirada de su padre; mientras que yo me animaba a irme a pasear por el parque con mi otro hijito con la ayuda de la niñera.
En ese momento, a los lejos pude divisar una caravana de personas que se acercaban, bailando, cantando con vestimentas y serpentina en el cuello.
-Pero claro si estamos en carnavales –pensé- es normal que salga una comparsa.
En ese momento, ante mis ojos veía que los bailarines de la comparsa empezaban a tirar un polvillo blanco a las personas que transitaban por el parque y tenían un spray de espuma en la mano. En otra situación, cualquier persona estaría contenta disfrutando… pero en mi caso, no era así.
- ¡Miercoles! –pensé- ¡que no me vengan a tirarme harina encima!
Fui donde la niñera y le dije que tuviera cuidado con la comparsa y agarrara bien el coche del pequeñin y se alejará, mientras que yo me correría al otro extremo del parque… si era posible.
Mientras me alejaba, miraba con susto que los bailarines empezaban a jalar a la gente y los invitaban a bailar con ellos y de paso les tiraban el polvillo blanco.
La comparsa pasó y me acerqué donde Marina. A la niñera que le había caído algo del “polvillo” en la oreja.
- Señora, creo que es talco –me dijo
En ese momento, se me acercó César y me dijo que era talco, porque le sentía aroma. Igual no sabía si tenía gluten o no, así que decidí salir de una vez del lugar; la comparsa estaba recorriendo todo el parque y temía que me alcanzara el “polvillo”.
Me acordaba que hace tiempo disfrutaba los carnavales, pero las cosas habían cambiado; si no estuviera ese polvillo blanco sería genial, pero que se va a hacer así son los carnavales.
A pesar del impase, mis hijos disfrutaron el paseo.
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